martes, 11 de noviembre de 2014

La maestra que dio la vida por el pueblo


Este 11 de noviembre se celebra el aniversario de la beata Victoria Díez
 

Por Nieves San Martín

El 11 de noviembre además de la fiesta de San Martín, en numerosos centros sociales y educativos que llevan el nombre de la beata María Victoria Díez y Bustos de Molina, celebran su fiesta titular. Es un momento para recordar a una mujer, maestra como muchas otras de los años treinta en España.

Josefa (primera directora de la Institución Teresiana) y Victoria se cartearon con frecuencia .

¿Y qué nos deja hoy, en el siglo XXI, esta mujer pequeñita, no muy agraciada, según decía ella, con poca salud, una envoltura de seda de un espíritu trabajador, artista, simpático? Pues mucho. Victoria es plenamente actual porque sólo hizo lo que tenía que hacer, llevado al límite de la entrega. En todo. En la oración, en la colaboración con la Iglesia, en la dedicación a sus alumnas, en la atención a los olvidados del pueblo, en la amistad con todos, fueran de la ideología que fueran, en la alegría contagiosa, en la sana diversión, en una religiosidad muy andaluza, muy sensorial, muy humana, muy encarnada.

Victoria sabía lo que iba a pasar y no escurrió el bulto. No salió corriendo. Ni siquiera ocultó su asiduidad y colaboración en la vida de la parroquia, ni su amistad con el párroco y con sus hermanas. No frenó sus actividades con la Acción Católica, creada con el sacerdote Antonio Molina, ni con los catequistas. No dejó de hacer el bien a las mujeres del pueblo sin trabajo, enseñándoles oficios, llevando al pueblo a representantes de una conocida marca de máquinas de coser para que dieran un curso que podría servir luego para emplear a aquellas mujeres. No dejó de dar clases de alfabetización dominicales a adultos de Hornachuelos. Era el alma del pueblo y así lo reconocieron todos, años después, cuando se calmaron los tambores de guerra y la calma volvió a aquél pueblo doblemente masacrado, primero por unos y luego por otros.

Entonces, firmeza, fidelidad a los principios, paciencia con los que van más despacio y con los enemigos, empeño hasta la muerte en seguir un ideal, alegría como sal que sazona y palabra como luz que ilumina alrededor, sin esconder la lámpara bajo la medida de trigo, esa es la lección eterna de Victoria.

Felicidades a todos cuantos la celebran, en Sevilla donde nació, en Cheles y Hornachuelos donde dio lecciones de vida, en Córdoba donde se conserva en una cripta su reliquia, y lleva su nombre el centro de formación de catequistas y teólogos, y en tantos otros lugares que, llevando su nombre o no, la han elegido como inspiradora de sus afanes.

En días próximos, se publicará en versión online la vida de Victoria Díez, que nació el 11 de noviembre de 1903 y fue ejecutada por un piquete popular anarcolibertario, el 12 de agosto de 1936, en la Mina del Rincón, tras un heroico trayecto, mil veces relatado y cantado, junto a diecisiete compañeros, la única mujer.

 

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