El pasado día 3 de febrero se cumplieron veinte años
de la histórica intervención de la Madre Teresa de Calcuta en el Desayuno de Oración Nacional que
tradicionalmente se celebra cada año en Washington. Ante una clase dirigente
norteamericana tolerante con el aborto, la Madre Teresa de Calcuta proclamó con
valentía la verdad sobre este crimen contra la humanidad.
En su discurso ante el entonces presidente Clinton y
otras grandes figuras políticas que no estaban de acuerdo con ella, la pequeña
monja se refirió al aborto como una amenaza para la paz:
“La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es
el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que
muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su
propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a
una mujer de que no practique un aborto? Como siempre, hay que hacerlo con amor
y recordar que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio su vida por amor a
nosotros. Hay que ayudar a la madre que está pensando en abortar; ayudarla a
amar, aún cuando ese respeto por la vida de su hijo signifique que tenga que
sacrificar proyectos. A su vez el padre de esa criatura, sea quien fuere, debe
también dar de sí.
Al abortar, la madre no ha aprendido a amar; ha
tratado de solucionar sus problemas matando a su propio hijo. Y a través del
aborto, se le envía un mensaje al padre de que no tiene que asumir la
responsabilidad por el hijo engendrado. Un padre así es capaz de poner a otras
mujeres en esa misma situación. De ese modo un aborto puede llevar a otros
abortos. El país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino
a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Es por eso que el mayor
destructor del amor y de la paz es el aborto”.
Además, Madre Teresa pidió a las mujeres que, si
pensaban abortar a sus hijos, se los dieran a ella:
“El mayor regalo que Dios le ha dado a nuestra
congregación es luchar contra el aborto mediante la adopción. Ya hemos dado,
sólo en nuestro hogar en Calcuta, más de tres mil niños en adopción.
Y puedo decirles cuánta alegría, cuánto amor y cuánta paz han llevado
estos niños a esas familias. Ha sido un verdadero regalo de Dios para ellos y
para nosotros.
Recuerdo que uno de los pequeños estaba muy enfermo,
así que les pedí a los padres que me lo devolvieran y que les daría uno sano.
Pero el padre me miró y me dijo: "Madre Teresa, llévese mi vida antes
que el niño". Es hermoso ver cuánto amor, cuánta alegría ha llevado ese
niño a esa familia”.
Con sus palabras, la fundadora de las Misioneras de la
Caridad tocó el corazón de muchos de los presentes y dejó claro también que la
mayor pobreza no la encontró en los arrabales de Calcuta, sino en los países
más ricos cuando falta el amor en las sociedades que permiten el aborto:
“Para mí, las naciones que han legalizado el aborto
son las más pobres, le tienen miedo a un niño no nacido y el niño tiene que
morir”.
A pesar de su pequeña estatura, ella no se sintió
inferior ni frágil en ningún momento, más bien se mostró firme como una
roca y removió las conciencias de los poderosos dando voz a los no
nacidos:
"Tomemos una determinación,
que ningún niño sea rechazado o que no sea amado, o que
no se preocupen por él o que no lo asesinen y
lo tiren a la basura".
Unos años después -en el Desayuno de Oración Nacional
de 2010- intervino la secretaria de Estado del Gobierno Obama, Hillary Clinton,
quien recordó la participación en ese mismo acto de la Madre Teresa de Calcuta.
Entonces, la beata le propuso abrir en Washington una casa para acoger a niños
cuyas madres estuvieran pensando en abortar.
Hillary Clinton relató el momento en el que la
religiosa le pidió hablar a solas. La entonces secretaria de Estado imaginaba
que le iba a reprobar por su postura ante el aborto, pero no fue así.
"Compartimos la convicción de que es preferible la adopción que el
aborto", me dijo. “Entonces, me pidió crear juntas en Washington una casa
de adopción para esos niños que están destinados a ser abortados. Sentí que me
habían dado una orden desde lo alto, y empecé a trabajar. Nos tomó un tiempo,
necesitamos muchas aprobaciones". “Fue la lobbysta más infatigable que he visto”. “Me llamó desde Vietnam,
desde India, y el momento llegó en junio 1995". En el día de la
inauguración, la Madre Teresa disfrutó "como un niño feliz", aseguró.
El Desayuno Nacional de Oración es un evento que
organiza todos los años el Congreso estadounidense desde 1953 y que aunque
empezó siendo sólo un desayuno -como su nombre indica- en la actualidad cubre
toda una semana en la que se organizan todo tipo de encuentros con unos 3.500
invitados de hasta un centenar de países. Algunos de estos invitados ofrecen
además discursos y los congresistas aprovechan para mantener encuentros con
ellos a título personal.
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