El
sacristán debe conocer los horarios de las misas y dar las campanadas a tiempo:
la primera, media hora antes; la segunda, un cuarto de hora; y la última, a la
hora de empezar.
Procurará
que estén todas las cosas necesarias acomodadas en su sitio, cepilladas,
limpias y listas para usarse, en cantidad suficiente (albas, estolas, casulla,
cíngulos, etc.)
Si
falta algo, lo consigue, o avisa a tiempo para que se prevea (hostias, vino,
agua). Sobre todo, tiene aseado el presbiterio y presentables el altar y el
ambón.
Se
encarga del ambiente agradable: música ambiental, adorno, aseo, luz,
ventilación, temperatura, sonido.
Tiene
que consultar el calendario litúrgico para ver las características del día
(categoría de fiesta, color, tiempo, elementos). Consulta las tablas de
precedencias, conoce el calendario y la tabla de fiestas movibles. Prepara las
lecturas del día y abre el Leccionario por la página oportuna.
Avisa
cuándo hay nuevas vestiduras u objetos para la bendición.
Hace
genuflexión hasta tocar con la rodilla el suelo al pasar frente al Santísimo;
hace reverencia profunda al altar siempre que pase delante de él.
Procura
que haya una lámpara encendida ante el Santísimo. Cerca del Sagrario debe haber
un vasito con agua para purificarse los dedos y un purificador.
Conoce
si la Misa se aplica por algún difunto y pone el aviso oportuno para el
celebrante.
El sacristán no tiene por qué ser sacerdote o religioso consagrado; puede ser laico y estar casado.
Fuentes:
(Cf) Curso de Liturgia.
(Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
El Debate (https://www.eldebate.com/religion/iglesia/20230127/queacristan_89259.html, 7.4.2024)
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