Francisco al regreso de
Lesbos: “Era para echarse a llorar”.
El Papa
Francisco volvió a dar la sorpresa al regresar de Lesbos. El el
avión de ida había muchos asientos libres. Quién iba a decir que los
asientos estaban reservados a 12 refugiados musulmanes que el Papa acogerá
en el Vaticano.
FRANCISCO
"Ha
sido una inspiración de hace una semana que tuvo un colaborador mío y que
acepté inmediatamente porque comprendí que era el Espíritu Santo que hablaba”.
Explicó que
desde aquel momento se iniciaron los trámites legales para hacer realidad esta
iniciativa insólita. Una iniciativa, reconoció, que no resuelve el drama de los
refugiados.
FRANCISCO
"Lo
mismo le preguntaron a Madre Teresa. 'Pero usted, tanto esfuerzo, tanto
trabajo, solo para ayudar a la gente a morir... Lo que usted hace no sirve. ¡Es
tan grande el mar!'. Y ella respondió: 'Es una gota de agua en el mar. Pero
después de esta gota el mar no será el mismo'. Respondo así. Es un pequeño
gesto. Pero son los pequeños gestos que todos debemos hacer, los hombres y las
mujeres, para ayudar a quien lo necesita”.
Dijo que es
comprensible que en Europa la llegada de los refugiados se pueda ver como una
amenaza pero dijo que la solución no es levantar muros.
Señaló que
el Viejo Continente tiene ante sí el desafío de la integración, un desafío que
se debe afrontar no a la defensiva sino poniéndose en el lugar del otro para
mirar las cosas con sus ojos.
"Que no
se pierda. En mi escritorio. Todo esto es un símbolo”.
FRANCISCO
"El
miedo tiene toda mi comprensión. Pero después de lo que he visto, y cambio de
tema, pero querría decirlo hoy, y que vosotros mismos habéis visto en aquel
campo de refugiados... era para echarse a llorar. ¿Qué cosas han visto esos
niños? Mirad esto: han visto también a un niño ahogarse. Esto los niños lo
llevan en el corazón. De verdad, hoy era para echarse a llorar. Para echarse a
llorar. Yo invitaría a los traficantes de armas a pasar un día en ese campo de
refugiados. Creo que para ellos sería saludable”.
Francisco
dijo que salió especialmente conmovido de su visita al campo de refugiados. Ya
durante el vuelo de ida había avisado de que este iba a ser un viaje triste
y que salía al encuentro de lo que considera la peor catástrofe mundial después
de la II Guerra Mundial.
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