El hombre a
imagen de Dios
El hombre, en pie, miraba hacia arriba y abajo, y vio todos
los seres que Dios había creado y hecho. Entonces comenzó a alabar el nombre
del Creador, y dijo: “¡Cuán grandes son tus obras, Señor!”
Allí estaba, pues, el hombre, y era hermoso de ver: una
imagen de Dios. Le vieron las criaturas y le temieron. Porque pensaban que era
el Hacedor, y se acercaron todos a él y se inclinaron ante él.
Mas, ¿por qué ha sido el hombre creado a imagen y semejanza
de Dios?
Se podría contar otro tanto de un rey.
Gobernaba un rey a una ciudad; edificaba fortificaciones,
procuraba su bienestar y todos los habitantes eran súbditos suyos. Cierto día,
el rey convocó a todos los habitantes y puso ante ellos a uno de sus príncipes.
Les dijo: “Hasta ahora yo cuidé de las necesidades de la ciudad, yo edifiqué
fortificaciones y torres, pero en adelante éste ocupará mi lugar”. Luego, se
dirigió al príncipe: “Mira: esto y aquello ordené a la ciudad y a todos sus
habitantes. Tal como yo ahora la goberné y la fui organizando según mi
voluntad, así labrarás, trabajarás y edificarás tú en adelante en ella. Desde ahora
todo queda confiado a tus manos, y ellos te temerán como a mí”.
Del mismo modo, dicho está que “vuestro temor y vuestro
espanto sea sobre todos los animales de la Tierra y sobre todas las aves del
cielo”. Por eso Dios creó a Adán a Su imagen. Porque, en adelante, el hombre
debía edificar y trabajar en el mundo y hacer todo tal como antes Dios lo había
hecho.
Leyenda judía.
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