lunes, 21 de abril de 2014

Regina Coeli

 
La oración mariana atribuida al papa san Gregorio Magno por inspiración angélica
Por H. Sergio Mora
CIUDAD DEL VATICANO, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - La oración del Ángelus se reza a la salida del sol, al medio día y al ocaso. En esos momentos se recuerda cuando el arcángel Gabriel le anunció a la Virgen María que iba a ser la madre de Jesús.
Toma su nombre de las primeras palabras 'Angelus Domini nuntiavit Mariæ', o sea 'El Ángel del Señor anunció a María'.
 
Sobre el origen de esta oración hay quienes la atribuyen poco antes del 1100 al papa Urbano II, el que convocó a la primera cruzada; o entorno al 1300 al papa Juan XXII, el segundo de Avignón.
 
Sí se sabe, existía la costumbre de hacer sonar las campanas sea al amanecer, que al medio día y al ocaso. Y Juan XXII con una bula del 7 de mayo de 1327 propuso y concedió indulgencia para que al anochecer se recitase tres veces el Ave María. Dos décadas más tarde en 1346 en el concilio de París, se decretó que por 'ordenanza del papa Juan, de santa memoria, concerniente al rezo del Ave María al oscurecer, sea fielmente observada'. Se sabe también que en Francia en 1472 el rey Luis XI instituyó la costumbre de rezarla tres veces al día.
 
Ahora durante el tiempo pascual en cambio del Ángelus, se reza el Regina Coeli.
 
La oración del Regina Coeli toma las palabras que abren el himno pascual de la Santísima Virgen María que traducidas al español son “Reina del cielo”. Se trata de una composición litúrgica referida a María y la resurrección de su hijo Jesucristo. No se conoce al autor aunque la tradición la atribuye a san Gregorio Magno, quien cuenta la historia escuchó los tres primeros versos cantados por los ángeles mientras que a pies descalzos encabezaba en Roma una procesión.
 
Os la copio aquí para que os animéis a rezarla. Dice así:
 
Alégrate, Reina del cielo; aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
Ha resucitado, según predijo; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque el Señor ha resucitado verdaderamente; aleluya.
Y el mismo Pontífice habría compuesto la cuarta estrofa.  

        Oh Dios que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
 Amén.
 

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