Giotto di Bondone, La resurrección de Lázaro
Este domingo (ayer) me ha costado mucho acertar a decir algo bien en las homilías de las misas. Es difícil siempre, pero más en el día en que Jesús lloró.
Os dejo aquí un comentario del Papa Francisco en el que habla del relato que hemos leído: "He aquí, entonces, la
inquietud del amor: buscar siempre, sin descanso, el bien del otro, de la
persona amada, con esa intensidad que lleva incluso a las lágrimas. Me vienen a
la mente: Jesús que llora ante el sepulcro del amigo Lázaro; Pedro que, tras haber
negado a Jesús, encuentra la mirada rica de misericordia y de amor y llora
amargamente; el padre que espera en la terraza el regreso del hijo y cuando aún
está lejos corre a su encuentro; me viene a la mente la Virgen María que con
amor sigue a su Hijo Jesús hasta la Cruz.
¿Cómo estamos con la inquietud del amor? ¿Creemos en el amor a Dios y a los
demás? ¿O somos nominalistas en esto? No de modo abstracto, no sólo las
palabras, sino el hermano concreto que encontramos, ¡el hermano que tenemos al
lado! ¿Nos dejamos inquietar por sus necesidades o nos quedamos encerrados en
nosotros mismos, en nuestras comunidades, que muchas veces es para nosotros
"comunidad-comodidad"?
A veces se puede vivir en una vecindad sin conocer a quien tenemos al lado; o
bien se puede estar en comunidad sin conocer verdaderamente al propio hermano. La inquietud del amor impulsa siempre a salir al
encuentro del otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste su necesidad.
La inquietud del amor nos regala el don de la fecundidad pastoral, y nosotros
debemos preguntarnos, cada uno de nosotros: ¿cómo va mi fecundidad espiritual,
mi fecundidad pastoral?" (S.S. Francisco, 28 de agosto de 2013).
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