sábado, 16 de mayo de 2020

Rezar en familia (9)


DOMINGO VI de PASCUA

Juan 14, 15-21

17 de Mayo de 2020

 

San Juan cuenta como Jesús, ante una pregunta de Felipe, y con palabras textuales, relata la Promesa del Espíritu Santo, inmediatamente después de la Revelación del Padre. Estamos ante el Misterio de la Santísima Trinidad y la in-habitación en el alma del cristiano.

Les manifiesta que por amor guarden los Mandamientos y todo lo que Él les ha enseñado. Es el Mandamiento Nuevo del Señor:” Que os améis como yo os he amado”. Al Espíritu le llama Otro Paráclito y Espíritu de la verdad. Al que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis, porque está a vuestro lado y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Todavía un poco más y el mundo ya no verá, pero vosotros me veréis porque yo vivo y también vosotros viviréis. Ese día conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él.
 

Comentario:


He copiado prácticamente el texto, porque son palabras del mismo Jesucristo- traducidas, claro está- pero es Palabra del mismo Dios. Sólo he destacado con subrayados lo que me ha parecido para comprender mejor este texto sobre Dios: las Tres Divinas Personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y nosotros. El Amor. Los Mandamientos.

1º.- Ahora intento ordenar relacionando todo esto: El punto de partida para nosotros es guardar (todos) los mandamientos para amar al Hijo, porque eso es amar el don del Padre que se revela en el Hijo dado a los hombres y que es el Mandamiento Nuevo. El Cristianismo no impone los mandatos, sino que nos propone. Jesús no dice: “Observad o guardad”, sino “quien observa mis mandamientos”. Somos nosotros los que falsificamos o traducimos mal las cosas.

El único mandamiento posible es participar en la acogida al amor de Dios, y eso es generosidad o entrega; porque sabemos que el ser humano, por su naturaleza, sólo logra acoger algo cuando ya no puede más por sí solo. Ejemplo: uno se cae y se esfuerza en levantarse. Le dicen te ayudo: y dice no; o ¡vamos a ver! Esto significa “retirarse” para “dar espacio al otro” hasta el punto que se sienta ya en su casa. Por eso, el “amor “acogido” se convierte en “nuestro...”, “amor por el otro”. Y en el futuro tendrá que aprender a declinar o avanzar en situaciones concretas y en la misma dirección, pero siempre con amor: gozando o sacrificándose.

2º.-En este sentido nos aclara el verbo griego “tereo”, aquí usado, y que significa: tener en cuenta, llevar consigo, tener siempre presente, lo recibido por Jesucristo del Padre: Os he amado, acogedme, tenedme en cuenta en todo momento. Es decir: vivid la Presencia de Dios en todo momento.

3º.- Este amor nuestro está vinculado al Padre, al Hijo, y también al Espíritu Santo, llamado Consolador y Paráclito. Según el término, esta palabra tiene un significado más bien jurídico de “Defensor”. Es decir: defensor de alguien, que se pone a mi favor defendiéndome contra quienes nos acusan..., que sería en definitiva el demonio, aunque esto a mí me da también ánimo y consuelo. Nos quiere acusar de que no somos capaces de vivir según lo propuesto por Dios. La misión del Paráclito en cambio es como inmunizarnos ante ese ataque, no solo desde el exterior, sino desde dentro de cada uno ya que “permanece en vosotros y estará en vosotros” (Juan 14, 17), “en aquel día sabréis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mi y yo en vosotros” (Juan 14, 20).

Ante nuestras dificultades y resistencias para acoger su Doctrina, ¿Qué podemos y debemos hacer?,- Rezar y Reparar al Señor, por nuestra flojedad personal y por las acciones delictuosas contra el Santo Nombre de Dios, sus Sacramentos y su Doctrina. Puede servirnos la Oración del Profeta Daniel 9, 17-18:- “Escucha, Dios nuestro, la oración de tu siervo, oye sus plegarias, y por amor a ti, Señor, haz brillar tu faz sobre tu santuario devastado. Oye, Dios, y escucha, abre tus ojos y mira nuestras ruinas, mira la ciudad sobre la que se invoca tu nombre, pues no te suplicamos, por nuestras justicias, sino por tus grandes misericordias”.


Simón-David Castro Uzal sdavidcuzal@gmail.com para el 17 de Mayo de 2020

 

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