martes, 11 de abril de 2017

No es precepto, es amor...



Me gusta remarcárselo a mis feligreses año tras año para que no haya duda. Jueves y viernes santos, así como la vigilia pascual, no son de precepto. Precepto domingo de ramos y domingo de pascua, pero simplemente por ser domingos. A muchos los resulta algo paradójico. Normal. Cualquiera de nosotros haría obligada la asistencia a los oficios de estos días.

Jueves santo: mandamiento del amor, eucaristía, sacerdocio, Cristo entregándose mientras se masca la tragedia que sabe inminente. No es obligatorio asistir, acompañar, estar con él. Ni en los oficios ni en el monumento. Es gratis.

Dolor de viernes. Un hombre, el Hijo de Dios, se desgarra clavado en una cruz. A los pies, apenas su madre, rota, con las lágrimas agotadas de tanto llorar y sufrir, el más joven de sus discípulos y algunas mujeres. Se culmina la redención del género humano. No es precepto, no es de obligada asistencia. No nos pide nada. Es gratis.

Júbilo de noche pascual, en la que recordamos las maravillas del amor de Dios por el hombre a lo largo de la historia. Noche para la resurrección y la vida. Cristo sale victorioso del sepulcro. Tampoco es obligatorio asistir. Nada se nos exige. Todo es gratis.

El culmen de la redención, el triduo pascual, los días más grandes de la vida del cristiano. La lógica más simple nos hubiera impuesto la asistencia a todos los oficios de estos días. Pero Cristo desde el dolor, la entrega y la cruz, se ofrece con tal generosidad que a cambio no pide ni siquiera acudir un rato al templo con los hermanos. No pide, no exige nada, simplemente se da.

Ayer decía a mis feligreses en la homilía, las homilías, que celebré más de una misa, entre otras cosas evidentemente, que Cristo se entrega sin pedir nada, que no exige ni reclama, se entrega, se ofrece a la cruz, extiende las manos y se deja humillar y matar por nosotros ¡y qué muerte! En nosotros está en responder a su generosidad colocándonos a su lado, al pie de la cruz, no porque nadie nos lo pida, sino por amor, por agradecimiento, por afecto, por deseo de aceptar su amor y dejarnos amar por Él.

Días para pasar a los pies del Señor. Porque sí, por amor, para responder a quien nos amó primero.


Fuente: Infocatólica.

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