Parece
mentira, pero a pesar de tanto "tiempo libre" no tenemos casi tiempo
para nada.
Debemos
sentarnos, de vez en cuando, para reflexionar sobre lo que sea realmente
importante en nuestras vidas. Entonces descubriremos, entre otras cosas, que
resulta urgente rescatar el sentido del domingo, de un día dedicado a los
demás, a nosotros mismos y a Dios.
Pensemos
en lo que es ahora el domingo para muchos. Después de seis días de trabajo, con
el agotamiento del tráfico, de las prisas, de los roces con los compañeros y
compañeras de la oficina o de la fábrica, el domingo querríamos estar todo el
tiempo entre las sábanas, o tumbados en el sofá, o pasear tranquilos por la
calle. Pero ni siquiera podemos hacer esto. Unos tienen que hacer deporte, casi
obsesionados por la "condición física". Otros salen de la ciudad, y a
veces pasan varias horas en la carretera, aprisionados entre millares de coches
que avanzan a paso de tortuga. Otros se quedan en casa, y descubren que tienen
que arreglar mil pequeños asuntos que terminan por dejarles más cansados y más
tensos. Otros, y es una enfermedad que está creciendo poco a poco, se dedican a
las nuevas tecnologías que absorben toda la atención y que no dejan espacio
para pensar en cosas mucho más importantes. Otros, en fin, hacen el domingo el
trabajo que no pudieron hacer durante la semana: no saben lo que es tomarse un
poco de tiempo para descansar...
Sin
embargo, casi todos hemos deseado llegar al domingo. Casi todos... porque
siempre hay quien es más feliz en el trabajo que en el hogar, pero si esto
ocurre es porque algo no funciona del todo bien en la vida familiar... ¿Por qué
nos alegra pensar en el domingo? Porque lo vemos como nuestro día
"libre", el día en el que nos gustaría hacer eso que más llevamos en
el corazón, eso que nos descansa, que nos llena.
Hemos
de encontrar tiempo para que el domingo sea, realmente, un día de plenitud, de
amor, de familia, de solidaridad. Para lograr que sea así, no estaría mal
quitar todo aquello que hemos escogido para ese día y que sólo nos ha dejado
más vacíos y más angustiados. Es mejor un domingo con tiempo para la reflexión
y para el descanso que un domingo lleno con cientos de compromisos que nos
absorben completamente y nos apartan de lo importante...
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