sábado, 2 de febrero de 2013

La Unción de los enfermos


La situación de enfermedad y sufrimiento, la vejez, es siempre una prueba. Puede llevarnos a la angustia a la desesperación y a veces a revelarnos contra Dios.

 

Pero también puede ser un momento propicio para buscar a Dios o para reencontrarnos con Él. En favor de los enfermos, la Iglesia continúa la acción de Cristo en su vida terrestre, curando y salvando.

 

Un don particular del Espíritu Santo

 

La gracia del sacramento –en cualquiera de ellos- es una gracia de consuelo, de paz y de coraje para vencer las dificultades de la situación personal del enfermo. Este don del Espíritu Santo renueva la confianza y la fe en Dios y da fuerza contra las tentaciones de desánimo y angustia de la muerte.

 

Puede también producir en el enfermo la curación del cuerpo si tal es la voluntad de Dios…Además, si ha cometido pecados, le son perdonados.

 

La unión a la Pasión de Cristo

 

Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo. El sufrimiento, secuela del pecado original, se convierte en participación en la obra salvífica de Jesús.

 

Una gracia eclesial

 

En la comunión de los Santos, la Iglesia intercede por el bien del enfermo. Al mismo tiempo, por la gracia del sacramento, el enfermo contribuye a la santificación de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece por Cristo, a Dios Padre.
 
Mosaico del atrio del Hospital de la Isla Tiberina (Roma).
www.hospitalarias.org
 

 
Una preparación para el último paso

 

La santa unción de los enfermos nos equipa y fortalece con miras a las últimas luchas antes de entrar en la Casa del Padre.