CARTA PASTORAL EN EL DÍA
DEL DOMUND. OCTUBRE 2016
“Sal de tu
tierra. Mensajeros de misericordia”
Queridos
diocesanos:
Con
este lema “Sal de tu tierra”, la Iglesia nos llama en la Jornada Misionera
Mundial a revitalizar nuestro compromiso misionero, sabedores de que “cada
cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide,
pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad
y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”1.
Domund: jornada
de misericordia y de caridad
Todas
las comunidades cristianas de nuestra Diócesis han de sentir la necesidad de
colaborar en la actividad misionera eclesial que es una gran obra de misericordia.
El Papa en su Mensaje para el Domund de este año considera que esta jornada es
la oportunidad para que “todas las ofertas de las diócesis, parroquias, comunidades
religiosas, asociaciones y movimientos eclesiales de todo el mundo sirvan para
auxiliar a las comunidades cristianas necesitadas y para fortalecer el anuncio
del Evangelio hasta los confines de la tierra. No dejemos de realizar también
hoy
este gesto de comunión eclesial misionera”. El Domund es jornada de misericordia
y de caridad. Conscientes del agradecimiento que debemos manifestar por el don
de la fe que hemos recibido, hemos de sentir también la exigencia de salir de
nosotros mismos, de nuestros límites geográficos y de la propia comunidad para
poner al servicio de los demás lo que hemos
recibido
y que da sentido a nuestra existencia. “Id y predicad el evangelio a todas las
gentes”: este mandato es un deber de fraternidad y de solidaridad.
Salir de
nosotros mismos
Ya
los días previos al cónclave el Papa había dicho: “Evangelizar para la Iglesia
supone salir de si misma. La Iglesia está llamada a salir de si misma e ir
hacia las periferias no sólo geográficas, sino también las existenciales: las
del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia
y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de todas las miserias”. Son
muchas las personas que todavía no han oído hablar del amor y de la
misericordia de Dios. Esta realidad nos tiene que inquietar. Esto es más
urgente dada la situación de crisis humanitaria que estamos viviendo y que se
manifiesta en las guerras, injusticias y violencias que está padeciendo el
hombre de nuestros días en el mundo. “Los misioneros, dice el Papa, saben por
experiencia que el Evangelio del perdón y de la misericordia puede traer
alegría y reconciliación, justicia y paz”. Así lo intuía el profeta Isaías cuando
escribió: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que
proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que
dice a Sión: Tu Dios reina!” (Is 52,7).
Fiarnos de Dios y
confiarnos a Él
No
podemos salir de nuestra tierra y de nosotros mismos, sin fiarnos de Dios y de
su Palabra, y sin confiarnos a Él como hizo Abrahán, la Virgen María y los
apóstoles, y como están haciendo tantos misioneros, mujeres y familias que
dejándolo todo han ido a la tierra a dónde el Señor les ha indicado a través de
la Iglesia.
Oigo
comentar a veces que no son pocas las necesidades que en este sentido también
tenemos aquí, pero seguramente siempre serán menos
que
las que tienen otras personas de otros continentes. Es urgente animar las
vocaciones misioneras que el Señor nos ha dado y pedirle que siga mandando
obreros a su mies. Una Iglesia diocesana viva se manifiesta también en ese
espíritu misionero que rompe nuestra inercia, pasividad e inmovilismo. En la
Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro el papa Francisco dijo:
“Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo
que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo
que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos”.
Exhortación
final
Hagamos
cordialmente memoria del apóstol Santiago el Mayor que llegó hasta nosotros
para traernos el mensaje de Cristo, y manifestemos nuestro agradecimiento a todos
los misioneros y misioneras, y a todas las personas que les acompañan en el
compromiso de anunciar el Evangelio, asegurándoles nuestra oración, ayudando económicamente
según nuestras posibilidades y apoyando las vocaciones misioneras. Es siempre
actitud misionera salir al encuentro de los demás para anunciar a Cristo.
¡Seamos generosos material y espiritualmente!
Os
saluda con afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.
1. FRANCISCO, Evangelii
gaudium, 20.
No hay comentarios:
Publicar un comentario