sábado, 26 de enero de 2019

Catequesis del Papa sobre la Misa (XII)


RESUMEN DE LA CATEQUESIS DEL 14.03.2018
En la Última Cena, después de que Jesús tomó el pan y el cáliz del vino, y dio gracias a Dios, sabemos que «partió el pan». Esta fracción del Pan va precedida en la Misa por el «Padre Nuestro».
En ese momento de la Misa comienzan los ritos de la Comunión. El Padrenuestro es la oración de los hijos de Dios: es la gran oración que nos enseñó Jesús. Cuando nosotros rezamos el «Padre Nuestro», rezamos como rezaba Jesús. ¡Es muy hermoso rezar como Jesús! Formados en su divina enseñanza, osamos dirigirnos a Dios llamándolo «Padre».
¿Qué oración mejor que la enseñada por Jesús puede disponernos a la Comunión sacramental con Él?
En la oración del Señor —en el «Padre nuestro»— pedimos el «pan cotidiano». Imploramos también el «perdón de nuestras ofensas» y para ser dignos de recibir el perdón de Dios nos comprometemos a perdonar a quien nos ha ofendido. Y esto no es fácil; es una gracia que debemos pedir: «Señor, enséñame a perdonar como tú me has perdonado». Finalmente, le pedimos nuevamente a Dios que nos «libre del mal» que nos separa de Él y nos separa de nuestros hermanos. Entendemos que estas son peticiones muy adecuadas para prepararnos para recibir la Comunión. Luego recibe una especie de sello en el rito de la paz.
El gesto de la paz va seguido de la fracción del Pan. Cumplido por Jesús durante la Última Cena, el partir el Pan es el gesto revelador que permitió a los discípulos reconocerlo después de su resurrección.
La fracción del Pan eucarístico está acompañada por la invocación del «Cordero de Dios», figura con la que Juan Bautista indicó en Jesús al «que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). La imagen bíblica del cordero habla de la redención (cf. Esdras 12, 1-14; Isaías 53, 7; 1 Pedro 1, 19; Apocalipsis 7, 14). En el Pan eucarístico, partido, la asamblea orante reconoce al verdadero Cordero de Dios, es decir, el Cristo redentor y le suplica: «ten piedad de nosotros... danos la paz».
«Ten piedad de nosotros», «danos la paz» son invocaciones que, de la oración del «Padre nuestro» a la fracción del Pan, nos ayudan a disponer el ánimo a participar en el banquete eucarístico, fuente de comunión con Dios y con los hermanos.

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