sábado, 20 de octubre de 2018

Orar por los difuntos es AMAR a los difuntos



Los cristianos podemos afirmar, sin temor alguno a equivocarnos, que al morir un ser querido le seguimos amando ya que la vida no se acaba en este mundo. Y, ¿Cómo seguir am

ando al difunto?
Somos sensibles como fue Jesucristo. Él lloró por la muerte de su amigo Lázaro y, con toda seguridad, lloraría en la muerte de sus seres queridos. Pero no SOLO por la tristeza y el recuerdo seguimos amando, sino fundamentalmente a través de la oración.


Orar por los difuntos es, por tanto, AMAR a los difuntos.

Siendo conscientes de la condición humana, pecadora desde el mal uso de la libertad, y evitando hacer juicios personales que solo a Dios corresponde, es muy clara la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre la existencia del purgatorio y la imposibilidad de entrar al Cielo sin la absoluta purificación del alma. Por amor fraterno y por amor de Dios, aliviar ese doloroso tránsito en el purgatorio de las almas que allí moran a través de nuestra actitud orante hacia ellas con particular incidencia en la aplicación de la Santa Misa y, si estando en gracia de Dios se comulga, pidiendo al Señor aplicar a ellas las indulgencias que podamos lucrar.


Destacable debe ser la devoción a la Santísima Virgen María con el rezo del Santo Rosario, y también el ofrecimiento de aquellos sacrificios que más nos cuesten.

Es necesario seguir mejorando ya en vida  la atención a los enfermos y/o ancianos que, objetivamente, estén cerca del fallecimiento. Y preocuparnos también de que reciban la ayuda necesaria a nivel espiritual. 
En breve empezamos noviembre: mes dedicado sobre todo a los difuntos. Meditemos ante el Sagrario sobre nuestra disposición personal ante la muerte, recordando que tal como vivimos así probablemente moriremos. Que nuestra reflexión nos lleve a vivir siempre en Gracia de Dios y a unir la intención propia al deseo de la salvación de todas las almas.

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