jueves, 14 de diciembre de 2017

Decálogo para el Adviento

Decálogo para el Adviento elaborado por D. Ángel Rubio,
Ex-Consiliario Nacional del Movimiento de Cursillos de Cristiandad
1.     Humildad sincera
Porque vendrá hecho Niño pobre en un portal, y solo lo que se hacen como niños entrarán en el Reino de Dios. Será un Niño pobre, frágil y débil. Envuelto en pobres pañales, recostado sobre pajas de un pesebre. Preparad el camino y también la Navidad, para que cuando llegue estemos con el alma limpia y con ganas de paz.
2.                 Experiencia de salvación
Viene para salvarnos. No podemos quedarnos pasivos y esperar de brazos cruzados. Está muy cerca. Ha salido agua en el desierto y todo está verde como una pradera. Entra en tu interior y cambia tu vida vacilante y rutinaria por entrega gozosa y alegre. No te canses, y saca fuerzas para caminar hacia el Señor que viene en persona para salvarnos.
3.                 Esperanza viva
Estamos en el punto central de la esperanza cristiana que nos da el sentido de la Historia inaugurada por la venida de Cristo. No debe cogernos de sorpresa, como ocurrió a los judíos hace 20 siglos. Si viene Jesucristo, el reino que Él predica aparecerá ante nosotros con fuerza y empezará a hacerse realidad, creciendo cada día hasta llenarlo todo para llegar a la plenitud.
4.                 Siempre alegre
Nuestra vida actual con Cristo es una marcha en la noche a través de la cual vamos hacia la meta final que se abre con una aurora eternidad. Queremos ver al Señor. Jesús ha prometido a sus discípulos volver para instaurar el reino triunfante y definitivo de su Padre. El Adviento es una anticipación de ese último día.
5.                 Con la Virgen María
Lo decimos, lo cantamos, lo rezamos, lo gritamos. Queremos y amamos tu presencia salvadora. El que todo lo puede llenar de dicha y plenitud, es Jesús. Él es objeto consciente o inconsciente de todos los grandes deseos humanos. De día y de noche esperamos al Esposo que viene, como Santa María del Adviento, esperó con inefable amor de madre.
6.                 Plenitud de Comunión
¡Él está en medio de nosotros! Nuestro Señor que vino ha de volver. Entre los dos hechos, uno pasado y otro futuro, se sitúa la presencia de Cristo en su Cuerpo total que es la Iglesia. Por la Iglesia, Cristo interviene en la historia de los hombres y por ella penetra progresivamente en el mundo. Cristo viene a las almas por medio de la gracia entre las dos venidas. Es la venida sacramental cuando celebramos la Eucaristía “Hasta que Él venga”.
7.                 Llamada misionera
¡Se acerca vuestra liberación! El Señor que viene ilumina a los que andan en tinieblas y sombras de muerte. Abaja los montes y las colinas de nuestro orgullo y levanta los valles de nuestros desánimos y cobardías. Destruye los muros del odio que divide a las naciones, y allana los caminos de la concordia entre los hombres. Abrase la tierra y brote la salvación y con ella germine la justicia.
8.                 Con la cruz de Jesús
Por muy hundidos que estemos, tenemos la secreta esperanza que de un modo o de otro encontraremos la salvación, porque Dios piensa en nosotros y nos ama hasta el punto de darnos una y otra vez a su Hijo Unigénito. Con Él no hay heridas, ni soledad, ni llantos, ni tristeza, ni ansiedades, es Padre de los pobres y consuelo de los afligidos.
9.                 Unidos en familia
María y José esperan y preparándose para el nacimiento de Jesús, tuvieron que ponerse en camino hacia Belén, con dolor y alegría, con dificultad, rezando y hablando llenos de confianza. Siempre unidos. Se le cerraron las puertas y se fueron a buscar donde pudiese nacer Jesús. Cuando se espera un hijo en la tierra nace una estrella en el cielo y los ángeles cantan alegres la paz del hombre en el mundo.
10.            Conversión permanente
Todo está a punto de llegar. El Señor es más fuerte que el mal, para librarnos de todas las desgracias que encierra el pecado. Hemos de permanecer alertas y preparar nuestros corazones para que el nacimiento de su Hijo nos salve, ilumine las tinieblas de nuestro espíritu, escuche nuestras súplicas, nos asista con su gracia, y celebremos el misterio de la encarnación de Cristo.
EPÍLOGO:
Vive la alegría de Adviento y Navidad.
+ Ángel Rubio Castro

Obispo emérito de Segovia

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