Copio del blog de un
amigo este soneto dedicado a la Eucaristía. Hace cuatro días que hemos celebrado aquí la fiesta del Santísimo
Sacramento y todavía vibro al pensar en todo. La foto del Papa Benedicto con el
Señor en la Custodia me parece especial: muestra una expresión beatífica, de
gran serenidad en el semblante, como si lo que estuviera pensando y viendo en
ese momento le estuviera transportando a un estado de paz por encima de lo
terrenal. El autor del soneto es el recordado sacerdote y periodista José Luis
Martín Descalzo.
Nadie ni nada
Nadie estuvo más solo que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el pan se convirtió en hoguera
nadie estuvo más lleno que tus manos.
Nadie estuvo más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el vino ensangrentado ardía
nadie estuvo más vivo que tus manos.
Nadie estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.
Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te has ido.
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.
Nadie estuvo más solo que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el pan se convirtió en hoguera
nadie estuvo más lleno que tus manos.
Nadie estuvo más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el vino ensangrentado ardía
nadie estuvo más vivo que tus manos.
Nadie estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.
Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te has ido.
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.
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