sábado, 10 de julio de 2010

Primera carta del nuevo cura: "Cura de..."

Queridos vecinos de S. Juan de Ortoño:
En un rincón de mi ordenador hay desde hace meses una carpeta que lleva este título: “Cura de…”. La puse allí con la idea de llenarla con las pequeñas y grandes cosas de mi trabajo como sacerdote cuando fuese a una parroquia; pero hasta hoy seguía vacía.
Hace unos días el Sr. Arzobispo, me comunicó mi nuevo destino. Me doy prisa en cambiarle el nombre a la carpeta. Desde hoy pondrá Cura de Ortoño. Sí, ¿por qué no contarlo? Es grande ser cura. No concibo tarea más apasionante. Desde que me he enterado rezo todos los días por vosotros.
Escribo estas primeras líneas desde la casa de mis padres en A Estrada; pues ya ha concluido el curso académico en el Seminario Menor de Santiago donde hasta ahora estaba destinado desde que terminé mis estudios en el Seminario Mayor. En el Colegio Seminario Menor he dado clase a chavales de la ESO y del Bachillerato e hice lo propio de un centro con un ideario humanístico-cristiano: estudios, deporte, visitas culturales, formación religiosa, atención individualizada a los alumnos y a su familias,…etc. Y esto muchas veces.

Ahora vislumbro un nuevo horizonte en esta tierra de A Maía en la parroquia de S. Juan de Ortoño (ya me estoy aprendiendo los lugares: Aldea Nova, Bertamiráns, Cantalarrana, Carballido, Casaliño, Castrigo, A Condomiña, As Cortes, A Igrexa, O Instrumento, Lapido, Maguxe, Ortoniño, O Pedregal, As Punxeiras, O Santo, Sisalde e A Tarroeira). Todo es nuevo. No puedo deciros que tenga un plan super diseñado. Por eso me decido a introducir estas primeras líneas en esa carpeta del ordenador y así tener algo.
—Pero el sacerdocio es una vocación. Uno no puede apuntarse sin más.
—En efecto. Es una vocación en sentido literal. El sacerdote es elegido y llamado por Dios. Confío en Él para ser el buen pastor que merecéis.

Me estoy alargando demasiado. Hoy sólo quería repetir y subrayar estas palabras del título, que también podrían expresarse de otro modo: estoy muy contento de ser vuestro cura.
Claro que cuando uno pronuncia la palabra “contento” para hablar de su fe o de su vocación, inevitablemente aparece alguien dispuesto a bajarnos los humos:
—No presumas, muchacho. No debemos enorgullecernos de nada: ni de ser cristianos siquiera. Seamos humildes.
—Pues no, querido maestro. No todo orgullo es soberbia. Es más, la mayor parte de los vanidosos enmascaran su inmodestia dando lecciones de humildad.
Yo estoy feliz y orgulloso de lo que he recibido: mi vocación sacerdotal y desde hoy de ser vuestro párroco. ¿Es malo eso? Lo he recibido todo. Espero estar a la altura de las circunstancias.
Por otra parte, ser cura es vivir cientos de vidas; es amar a muchas más personas de las que caben en la memoria; es sufrir sin perder la paz; es disfrutar con las alegrías de todos. Y comprender al final del día que uno no tiene nada, no sabe nada, no puede nada, no es nada. Y sin embargo…

Trataré de explicarlo –con vuestra ayuda- no tanto con palabras como con obras. Desde hoy aquí tenéis a vuestro cura; que ya os quiere. Me despido por hoy saludándoos a todos y a cada uno de los vecinos con corazón de sacerdote; en especial a los enfermos:

José Luis
Párroco de Ortoño

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