jueves, 6 de junio de 2019

Deportividad


No les voy a negar que este vídeo (pinchar el enlace) a mí me emociona.

Mayer derrotó en París al francés Mahut, en los octavos de final de Roland Garros.
Mahut se sienta al borde de la cancha al terminar el partido. En ese momento su hijo de 7 años atraviesa la pista para fundirse con él en un largo abrazo mientras recibía la ovación del público puesto en pie.
El propio Mayer –el vencedor- no pudo evitar emocionarse y dejar escapar alguna lágrima al mismo tiempo que su contrincante derrotado. Eso sí es saber ganar y saber perder. No hay ni vencidos ni vencedores. Este tipo de actitudes humanizan nuestro mundo, manifiestan la grandeza de unos y otros, la generosidad y grandeza de alma de la que somos capaces los humanos.


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